Rulo y la Contrabanda son un grupo de rock español pero con ese punto pícaro capaz de conquistar el gusto de personas que son fieles a otros estilos musicales. A eso se le llama PROFESIONALIDAD. Poned las alas a vuestra mente y dejaros llevar a Salamanca.....
Nunca me gusto escribir en caliente algo reciente, pero en este caso narrar lo que sucedió en el Juan del Enzina (Salamanca) el sábado pasado no lo considero contar sino soñar despierta hablando en voz alta.
Muchos de los que estuvieron en Soria, el día anterior, nos dijeron que había sido “la bomba” y Salamanca prometía. El anochecer nos amenizo la espera, nos contuvo las ganas y nos alimento la ilusión simplemente con una guitarra y un puñado de canciones del pasado y del presente. ¡Qué bonito es ver como crece la familia contrabandista! Cuando cayo la noche, la fila de personas llegaba hasta la catedral salamantina y por fin, abrieron las puertas. El ambiente nos conducía a una noche diferente, al recoger las entradas nos esperaba un programa que nos presentaba lo que iban a ser esas “Canciones Desnudas”.
Antes, incluso, que de comienzo la actuación justo cuando tomas asiento, ves como se llena hasta la bandera el recinto, se apagan las luces y suena ese tango que nos evoca al suspense, justo, en ese preciso momento, sientes que el desplazamiento hasta aquí, que el centenar de kilómetros recorridos han valido, y mucho, la pena.
Los actores de “Corocotta Teatro” abren el concierto al ritmo del tango, se hace el silencio y una voz rasgada penetra en nuestros oídos “que yo no tengo dinero pa comprarte la luna”, se abre el telón, comienza el espectáculo.
Rulo no está solo, nunca lo ha estado, casi cuatrocientas personas abarrotan el teatro, un gran equipo técnico detrás y una gran banda delante. El cantante y compositor nos presenta de una en una todas y cada una de sus canciones, de su vida musicada. Rulo habla, habla y mucho, se nota que se siente a gusto, cuenta detalles de las canciones que nunca había desvelado, las convierte en más personales si cabe aún.
Canciones como “A la baja” o “Tranqui por mi camino” ganan mucho en este formato, el disco entero de Señales de Humo es representado, alternándose con las canciones del pasado “Madrid”, “La balada del despertador”, “Abril” o “Luna de Miel”. A destacar tres canciones “Por verte sonreír”, “Pa aquí pa allá” y “La Cabecita Loca” que consiguieron poner en pie a todo el teatro, tocando las palmas, acompasando el ritmo y haciendo los coros. Fue impresionante.
En la parte final de Por verte sonreír, Rulo abandonó el escenario y dejo sobre él, a sus cuatro músicos, Pati “el Urdangarín del amor” que se encargó de la guitarra acústica, eléctrica, pedal steel, mandolina y mandola; Fito “un hermano”, la fidelidad hecha persona al frente de la acústica y de la media voz; Txarli “el más tímido de la banda”, dominó la batería y todos los instrumentos de percusión; Quique “ese her-maño del alma” toco el piano, el bajo, el teclado y el acordeón.
La sorpresa fue ver a Rulo, de nuevo, con el bajo, una bonita imagen.
El tiempo corre veloz, a veces pensé que podría seguir marcando para siempre las cinco menos cuarto. Llega el turno del “Vals del adiós”, sabemos que es la despedida, una canción de aires nuevos que indica la evolución natural de un músico que comenzó a tocar la guitarra con a penas 11 años.
Todo ha salido perfecto, la escenografía muy cuidada con el atrezzo necesario para crear un clima cercano que a la vez entretenga al público, la banda más engrasada y coordinada, los actores espectaculares representando y Raúl Gutiérrez, Rulo, feliz, emocionado, agradecido, dándose cuenta, tal vez, que siempre valió más su sueño que el dinero, que tanto él como nosotros podemos vivir para siempre (aunque sea mucho tiempo) de esta alegría.
Yo estuve allí y no lo podías haber descrito mejor. GRANDE RULO!
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