1 de junio de 2011

HOMENAJE A MI CENICIENTA

MI CENICIENTA


Cuando somos pequeños, nuestra imaginación es mucho más poderosa que la realidad que nos rodea, desde que nacemos los cuentos de príncipes y princesas que siempre acaban con final feliz están al alcance de nuestras manos. Seguro que todos los hemos leído, o a todos nos los han contado alguna vez, bien para hacernos dormir o para arrancarnos una sonrisa.

Recuerdo que cuando era niña yo misma me sentía la princesa de cualquier cuento, ya fuese la protagonista a la que colocaban un zapato, ya fuese la bella durmiente a la que despertaban con un beso, ya fuese el hada madrina que con su varita mágica era capaz de cambiar el mundo y cumplir sus deseos…-siempre he sido demasiado imaginativa-.

Me sentía la princesa de mi casa, la princesa de mi cuento, del libro de mi vida.

Pero fui creciendo y con la perdida de mi inocencia dejé de creer en los cuentos de princesas, reinas y cenicientas. La realidad comenzó a presentarse tal cual era y de muy poco me sirvió mi imaginación.

Supe que no todas las veces la princesa se sentía princesa por más que soñara con serlo, había veces que en su corazón se sentía pequeñita y cuando se miraba al espejo sólo veía reflejada la imagen de un pequeño patito de color negro.

Pude comprobar que había cuentos en los que la princesa no conseguía al príncipe que quería, ¡ya me lo podían haber advertido!, y que a veces por mucho que se sueñe con ser un hada mágica, la varita de nuestros deseos no parpadea, no desprende purpurina, no cambia el mundo.

Fui creciendo y dejé de creer en esos cuentos. Y fue en ese momento, en el instante en el que no creía en nada, ni en cuentos, ni en mí misma, cuando apareció un apuesto príncipe para desordenar mi mundo.

Apareció, permaneció a mi lado, me hizo sentirme princesa, reina y hada madrina, sin ser mi príncipe, siendo sólo un amigo, un compañero de conciertos y de botellones, una voz acompasada a mi voz desgarrándose al cantar los himnos del metal.

Pasó el tiempo y en ningún momento me falló, en ningún momento se alejó de mí, siguió a mi lado, devolviéndome las sonrisas, su piel no destiñó, ni se convirtió en sapo. Me hizo ver lo que yo no era capaz de ver, me ayudó a entender que tras el espejo no había reflejado un patito negro pequeño, sino un cisne gótico de cara aniñada capaz de ser hermoso.

Y un día decidí pronunciar un SI, decidí que ya quería ser su princesa y que él fuera mi príncipe, decidí que quería que me colocase el zapato de cristal marca New Rock, quería que me despertara de mi letargo con un beso, con mil besos, infinitos besos, decidí que quería volver a soñar con ser una hada cumplidora de sueños, con él a mi lado estaba segura que la varita mágica brillaría.

Y esa decisión cambió mi vida.

Volví a creer en los cuentos de princesas, príncipes, reinas, hadas y cenicientas. Volví a  sentirme la cenicienta de mi propio cuento, volví a ser feliz, a sonreír, a soñar, a volar, a imaginar, a luchar por hacer mis sueños realidad.

Y aquí sigo, con mi ceniciento a mi lado, cuatro años más tarde de aquella decisión, luchando, dejando volar mi imaginación, sonriendo, cantando feliz, apurando hasta el último trago de sus bromas, de sus “te amo” susurrados, de sus sonrisas resplandecientes, porque a su lado la vida es menos puta, los inviernos no nos congelan el corazón, miramos las estrellas desde nuestro tejado y brillan, nunca dejan de brillar, y la luna…la luna nos acompaña siempre en cada uno de nuestros viajes.


Porque todos ansiamos ser las cenicientas y los cenicientos de alguien. Porque a veces los cuentos no son más que el reflejo de nuestras propias vidas. Porque a veces los sueños que soñamos de pequeños se hacen realidad. Pero para que se hagan realidad hay que soñarlos, soñarlos y soñarlos sin descanso.

Porque como yo digo siempre...No hay que dejar nunca de soñar…



Rebeca Bañuelos Ortiz.


Mil gracias a todos aquellos que me leen e infinitas gracias a Eloisa, mi maravillosa ELO, por todo lo que ya sabe y por dejar que sienta este rincón como mío de la forma en que lo siento.


6 comentarios:

  1. Y me dices que haga yo la presentación?? No tengo que añadir nada más. La maravillosa idea fue tuya, desvirgar esta sección te correspondía a ti y las gracias debo dártelas yo por ser uno de los pilares de este blog. Estoy convencida que a Rulo, con lo que le gusta mimar la palabra, le va a entusiasmar este relato. Como siempre los pelos de punta Keka. La humildad del blog contigo se viste de gala. GRACIAS POR TODO KEKA

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  2. que buenas que soy las dos.. es que anda que no escribis bien las dos.. que buenas que soys si este blog no existiera.. habria que inventarlo.. que forma de dar sentido a las palabras.. elo vaya conciertazo nos vamos a pegar..ya huele a concierto...a cenicientas.. heridas de rock y sobreo todo a reencuentros.. besitos y nunca dejeis de mimar esta pagina..

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  3. Gracias por firmar!

    Se me esconden las palabras...

    Como la cosa va de titulos de canciones...me voy con el vals del adiós...

    Keka.

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  4. Rosa50/206/6/11, 23:29

    Precioso Keka, como siempre. Que penita que no viniste a Alicante, con las ganas que tengo de conocerte. Otra vez sera.

    Un besazo

    Rosa

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  5. Chapeau!!!!!!!!!!!!! es la mejor palabra (aunque no sea española)

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  6. Me ha emocionado tu relato, Rebeca. No dejes de regalarnos estas pequeñas joyas.

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